Smart house, la Casa inteligente, es un modelo de hogar basado en “el autoconsumo instantáneo sin inyección en red”. Un hogar autosuficiente energéticamente gracias a la tecnología fotovoltaica y a unos equipos que miden la energía que se consume en la casa, de modo que adaptan la generación de energía a las necesidades de consumo de la familia. Esta es la propuesta de Ingeteam, empresa vasca especializada en la ingeniería eléctrica y plantas de generación, en boca de Juan Carlos Jadraque, director del área solar fotovoltaica de la compañía.
Ingeteam trabaja en procesos industriales con transferencia de energía, generación y consumos. El grupo tiene experiencia en la industria naval, metalúrgica y de energías renovables; eólica, termoeléctrica, fotovoltaica…
Su hogar inteligente es una clara apuesta por un modelo energético en el que el usuario es consumidor y productor de energía. Un modelo con posibilidades ilimitadas que está “a la espera de una normativa que regule este sector”, explica Jadraque. La tan ansiada legislación se espera que permita algo tan sencillo como que el superávit energético generado por las placas fotovoltaicas instaladas en un hogar pueda ser inyectado en la red general, de manera que se pueda aprovechar el potencial de generación energético ya existente y los consumidores logren ingresos como productores de energía.
Esta posibilidad, impedida únicamente por la legislación, “diversificaría las fuentes de producción y garantizaría el abastecimiento energético”, explica Jadraque. Además, supondría un paso más hacia la edificación de una economía sostenible mediombientalmente. “Mientras tanto, nos adaptamos a las circunstancias”, explica el directivo. El modelo de autoconsumo supone sacar provecho a la tecnología ya existente, automutilando su potencial de servicio para cumplir con la legislación.
“No pedimos subvenciones, solo queremos un marco regulador que establezca unas reglas del juego. Los cambios regulatorios espantan al inversor”, insite el directivo de Ingeteam.
La compañía, que opera en 12 países de cuatro continentes y da empleo a 3.000 personas, facturó el año pasado 400 millones de euros, de los que destina un 7% a Investigación y Desarrollo. Uno de los frutos de esta apuesta por el I+D son los cargadores de vehículo eléctrico. El cargador en continuo puede realizar una recarga completa de un vehículo en entre 15 y 20 minutos, de un vehículo con una autonomía de hasta 200 kilómetros.
“En España hemos instalado hasta 1.000 cargadores en Ayuntamientos, gasolineras… hay más que cohes eléctricos”, explica Jadraque. El precio de un cargador doméstico puede oscilar entre los 500 y 800 euros y el coste de la recarga es “menos de 2 euros por cada 100 kilómetros”, que es el coste de la electricidad. El coste por kilómetro es más competitivo que el de los vehículos alimentados por residuos fósiles. Las limitaciones a las que todavía se enfrenta la extensión de estos cargadores son, primero, la limitada autonomía de los vehículos y, segundo, el muy pequeño parque móvil y la falta de oferta de modelos atractivos.
Desafíos tecnológicos con los que empresas nacionales están lidiando con éxito, aunque “el frenazo en la apuesta por las energías renovables está haciendo que perdamos posiciones en una industria que es imparable. Si no queremos llegar tarde, necesitamos medidas, ya”, concluye Jadraque.
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